El Gobierno busca captar los dólares del colchón en medio de un mercado en tensión

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Relanzó medidas para estimular el uso de los dólares que permanecen fuera del sistema financiero formal, con la expectativa de impulsar la actividad en un contexto de estancamiento económico.

Entre las iniciativas anunciadas se encuentran la reapertura de cuentas corrientes en dólares, la posibilidad de pagar combustibles en esa moneda y la revisión de la normativa que restringe el crédito en divisas.

El trasfondo de estas medidas es el freno en la actividad económica. Tras un inicio de año con crecimiento, mayo registró una caída de 0,1% y las estimaciones privadas de junio señalan una variación nula. Pese a ello, el arrastre estadístico proyecta un crecimiento anual cercano al 5% del PBI en 2025, según consultoras.

El ministro de Economía, Luis Caputo, reconoció que los anuncios previos para incentivar a los ahorristas a movilizar sus dólares tuvieron escasa respuesta. La propuesta inicial, denominada «plan de reparación histórica de los ahorros», buscaba brindar confianza jurídica y financiera, pero la falta de sanción de leyes clave —como la penal tributaria, la de procedimiento tributario y la penal cambiaria— generó desconfianza. Los proyectos enviados al Congreso no prosperaron y especialistas tributarios aún desaconsejan incorporar esos dólares al sistema.

Pese a estas limitaciones, se avanzó en medidas concretas. El Banco Central reabrió las cuentas corrientes en dólares, que permitirán operar con cheques electrónicos en esa divisa. YPF, por su parte, trabaja en la adaptación de su aplicación para habilitar el pago de combustibles en dólares a partir de septiembre. Ambas decisiones buscan expandir el esquema de «competencia de monedas» impulsado por el Gobierno.

Desde el sector financiero, la Asociación de Bancos Argentinos celebró la reapertura de cuentas corrientes en dólares y reclamó flexibilizar la normativa que limita los créditos en divisas a exportadores. El presidente Javier Milei compartió ese planteo, sugiriendo que habrá un intento de avanzar en esa dirección.

En paralelo, la política monetaria enfrenta tensiones crecientes. La última licitación de títulos del Tesoro por 15 billones de pesos solo logró colocarse en un 61%, a pesar de ofrecer tasas del 70% anual, muy por encima de la inflación proyectada. El remanente, equivalente a 6 billones de pesos, fue cubierto con fondos del Tesoro depositados en el Banco Central. El rechazo de casi 40% de los títulos refleja la desconfianza del mercado hacia la deuda en pesos, incluso en condiciones financieras extraordinarias.

Como respuesta, el Banco Central elevó en 5 puntos los encajes bancarios, llevándolos al 50%. Esto permitió absorber liquidez, pero también profundizó problemas de financiamiento en bancos y fondos, que enfrentan mayores dificultades para sostener el crédito al consumo y a las empresas. El ajuste de encajes se interpreta como un «corralón» que inmoviliza recursos en el sistema financiero, con el riesgo de agravar la recesión.

El trasfondo de estas tensiones es la pesada carga de la deuda externa —estimada en 600 mil millones de dólares— y las restricciones derivadas del acuerdo con el FMI. Sin acceso fluido a los mercados y con señales de agotamiento en los instrumentos locales, el margen de maniobra del Gobierno es cada vez más estrecho. La estrategia de captar dólares atesorados y sostener la estabilidad cambiaria enfrenta, así, la dificultad central de recuperar la confianza en un contexto de alta fragilidad financiera.

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