Consultora en comunicación política, politóloga y voz autorizada en temas de gestión de imagen y estrategia electoral, Georgina Paolino habló en RadioBan en una entrevista distendida, donde repasó su trayectoria profesional, reflexionó sobre el vínculo entre políticos y ciudadanía, y dejó definiciones contundentes sobre el presente político argentino.
Paolino, que comenzó su carrera en la gestión pública y desde hace más de una década asesora a dirigentes en todo el país, define su labor como una tarea de acompañamiento estratégico: “Lo que más trato de hacer es ayudar a aquellas personas que tienen aspiración política a mostrar mejor quiénes son. Desde alguien que quiere ser presidente, hasta quien busca instalarse como concejal en su pueblo”.
Para ella, la comunicación política no es magia ni marketing express, sino un proceso: “Establecer una relación con el ciudadano lleva tiempo. No se puede pedir el voto en la primera cita, como no se pide casamiento en la primera salida. Hay que construir confianza”.
La autenticidad como valor, pero también como riesgo
Consultada sobre el estilo disruptivo del presidente Javier Milei, Paolino explicó que su éxito comunicacional reside en la coherencia con su discurso de campaña. “Él nunca prometió unidad o sensibilidad. Prometió ajuste, inflación baja y sufrimiento. El votante compró eso. Y por eso lo banca más que a otros que prometieron cosas que sabían que no iban a cumplir”, analizó.
Sin embargo, advirtió que lo que puede funcionar en campaña puede fallar en gestión. “Ser excéntrico como candidato puede ser un activo. Pero como presidente, esa excentricidad genera ruido institucional. Un inversor que ve un show en lugar de gestión puede preguntarse: ‘¿Dónde estoy metiendo mi plata?’”, opinó.
Errores, disculpas y la soberbia que cuesta caro
Uno de los momentos más destacados de la entrevista fue su reflexión sobre el manejo de errores en política. “Los políticos deberían aprender a pedir disculpas. No como una señal de debilidad, sino como una estrategia de comunicación empática. Pero acá muchos creen que pedir perdón es perder autoridad. Es un error”, dijo.
Al hablar del caso José Luis Espert y los recientes escándalos, Paolino fue clara: “A veces el gobierno se empecina en tener razón. Pero en política no siempre importa tener razón: lo importante es ganar la agenda, evitar daños innecesarios. Y para eso se necesita pericia comunicativa, algo que muchos no tienen o subestiman”.
Una politóloga con los pies en la tierra (y en el golf)
Lejos del estereotipo de la consultora de traje y corbata, Paulino se muestra auténtica y multifacética. Ama el golf, deporte que conoció trabajando en turismo y que retomó recientemente. Le gusta la cocina —“el asado a la olla es mi especialidad”— y se define como fanática del vino argentino, aunque con un paladar exigente: “Antes tomaba cualquier cosa, ahora si no es un buen bivarietal, prefiero un gin tonic”.
También disfruta la ficción literaria, la música de los 80 —“soy chica Aspen”, bromea— y defiende el valor de las llamadas telefónicas por sobre los audios eternos de WhatsApp.
¿Candidata? Ni loca
¿Y la política? ¿Le interesa dar el salto? “No, no me interesa. Cuando estudiaba ciencia política ya me preguntaban si quería ser presidenta. Una vez me cansé de explicar que no y empecé a decir que era contadora. Así nadie me preguntaba más nada”, recuerda entre risas.